Por MEI XINYU*
9 de septiembre de 2015. Durante el Foro Davos de Verano, el primer ministro Li Keqiang aseguró que la economía china tiene una buena perspectiva. Cnsphoto
EL hecho de que casi todos los países emergentes hayan experimentado una gran sacudida económica, de que la tasa de crecimiento de China haya disminuido a su punto más bajo desde 1990 y de que la devaluación del renminbi y lo ocurrido en la bolsa de valores hayan tenido repercusiones en el mercado mundial ha motivado que se hable mucho de la mala situación que atraviesa el país. No obstante, si se tiene una mirada objetiva, China goza de una mejor situación económica y de un mayor margen para impulsar el desarrollo que otras grandes naciones y mercados emergentes. Hablar de grandes dificultades es exagerado.
Un panorama alentador
La actual desaceleración de la economía china es el resultado de su propio desarrollo y del bajo crecimiento de la economía global. En comparación con otros países de sólidas economías y con otros mercados emergentes, China mantiene todavía un ritmo de crecimiento bastante elevado (7 %). El crecimiento económico de Estados Unidos, considerado “muy significativo”, no ha llegado al 3 % en los últimos años. Entonces, una “preocupación” por el “colapso” chino no tiene ningún fundamento.
La situación del comercio exterior chino tampoco es la ideal. Un 40 % del crecimiento en las importaciones y exportaciones no ha vuelto a verse en lo que va de este siglo. El comercio exterior del país se viene contrayendo junto con el del mundo. Según un análisis elaborado en Holanda, el volumen total del comercio global disminuyó en 0,5 % en el segundo trimestre de 2015 respecto al precedente (la mayor reducción desde 2009). Otras grandes naciones e importantes competidores han sufrido una mayor ralentización que China. En el primer semestre de este año, la caída de las exportaciones en China fue de 2,7 %; en Estados Unidos, de 7,1 %; en Japón, de 3,5 %; y en la India, de 20 %, el nivel más bajo después de la crisis financiera de 2008.
Como consecuencia del debilitamiento del mercado de productos primarios (iniciado en 2012 y que podría durar entre 10 y 15 años) y de los cambios en la política monetaria de la Reserva Federal estadounidense, casi todas las economías emergentes han sufrido violentas sacudidas en los últimos años, con una devaluación de sus monedas de entre 20 % y 40% con respecto al dólar en un solo año. Por un efecto contagio, la crisis afectó inevitablemente a China y afectó también la opinión del mercado respecto a la tendencia de la economía nacional. China, el primer país manufacturero del mundo en obtener un superávit comercial y económico durante 25 años consecutivos, es muy distinta en lo político y social a otros países de productos primarios, lo que trae consigo que la economía china no esté en quiebra, como ocurre con otros mercados emergentes.
En la actualidad, gracias a las medidas macroeconómicas, China cuenta con un mayor margen de maniobra para mantener el crecimiento que la mayoría de países, y con un mayor campo de acción para ampliar la inversión fiscal y la baja de las tasas de interés y el coeficiente de reserva que otros importantes bancos centrales, como la Reserva Federal estadounidense. China es el país que posee la mayor tasa de reserva de depósitos bancarios entre las principales economías del mundo y cuenta también con un tipo de interés más elevado que el de los países occidentales. Cuando el Banco Popular de China decide flexibilizar su política monetaria para mantener el crecimiento, no se enfrenta al desafío de “contener la inflación”, como ocurre con otros bancos centrales.
China ha mantenido durante mucho tiempo un bajo índice de inflación. Al ser el país con el mayor comercio del mundo y con una dependencia del comercio exterior solo inferior a la de Alemania, China se ve presionada a importar productos básicos, entre materias primas, energía, cereales y derivados. Hoy en día, el mercado de estos productos está en descenso, lo que ocasionará que China afronte durante buen tiempo una deflación, por más alzas que haya en el precio del cerdo y de otras cuantas mercancías.
Precisamente por ello, el 25 de agosto pasado, el Banco Popular de China volvió a flexibilizar su política monetaria y redujo a la vez la tasa de interés y la de reserva.
La ventaja del entorno comercial
Vistos a mediano y largo plazo –periodos que determinan la perspectiva de desarrollo de una economía–, la manufactura y el comercio exterior resultan todavía ventajosos.
Tomemos como ejemplo el coste de mano de obra. Los ingresos de la población china han aumentado y seguirán aumentando en gran medida, por lo que ya no habrá mano de obra barata, lo que es una inevitable consecuencia del desarrollo económico y social del país. El Gobierno chino busca que el pueblo comparta los frutos de desarrollo.
Con el considerable incremento de los ingresos de la población, el mercado doméstico ha experimentado un crecimiento sin precedentes, lo que ofrece grandes oportunidades a los inversionistas en materia de ventas.
Con dicho incremento de su mercado, China se ha convertido en la segunda economía del mundo y ello significa una mayor estabilidad macroeconómica. A la vez, su fortaleza integral y su influencia en el comercio internacional se han elevado. Antes, el país se veía obligado a soportar los casos de proteccionismo comercial, pero ahora tiene la capacidad de persuadir a otros socios para que la manufactura china sea tratada con justicia. Si alguien invierte en un sector similar, el riesgo de encontrarse con casos de proteccionismo tenderá a ser menor.
Algunos países en desarrollo intentan superar a la manufactura china, pero sus ventajas en el coste de mano de obra son eclipsadas por otras dificultades. Por ejemplo, la mano de obra en la India es más barata que en China. Sin embargo, sin considerar la diferencia entre ambos países en cuanto a cualidad laboral, productividad y calidad, el alto precio de las expropiaciones de tierras en la India neutraliza las ventajas del bajo coste laboral. Teniendo en cuenta las ventajas chinas en infraestructura, industrias complementarias, servicios públicos, recursos humanos y los esfuerzos del Gobierno y la población por una mejora constante, estamos convencidos de que el entorno comercial, el sector manufacturero y el comercio exterior de China mantendrán su ventaja durante un buen tiempo.
La estabilidad del yuan
En el mundo hay quienes critican a China por emprender una supuesta “guerra cambiaria”, bajo el pretexto de que la baja en el tipo de cambio del renminbi y la caída del mercado de valores del país han originado la devaluación de algunas monedas y el descenso de los precios de los productos primarios.
19 de septiembre de 2015. La marca de ropa estadounidense A&F ingresa en el mercado de Tianjin. Cnsphoto
En realidad, el yuan se ha ido revalorizando frente al dólar durante 17 años consecutivos, desde el tipo de cambio de 8,2898 yuanes/dólar de 1997 hasta el de 6,1428 yuanes/dólar del año pasado. El reajuste reciente se debe a la mercadización del tipo de cambio del renminbi y a la fluctuación recíproca, así como a la devaluación a largo plazo del yuan ya surgida en el mercado. En comparación con la devaluación que otras monedas experimentaron el año pasado (la del euro, 18 %; la del yen, 18 %; la del dólar australiano, 23 %, la del real brasileño, 34 %; y la del rublo ruso, 6 %), la del renminbi frente al dólar estadounidense ha sido relativamente moderada. Visto en perspectiva, la considerable devaluación de otras monedas, sobre todo las de los mercados emergentes, ha sido el resultado de la distensión monetaria cuantitativa implementada por los bancos centrales occidentales en 2009 y 2010.
China no es partidaria de una continua devaluación del renminbi y los responsables de diseñar la política económica del país no tienen la intención de provocar una competencia cambiaria. La tasa de cambio del yuan se mantiene estable gracias al desarrollo económico relativamente alto de China, al superávit en el comercio de mercancías y en las cuentas corrientes y al dinamismo de las inversiones extranjeras que llegan al país. El balance fiscal y la deuda china se encuentran en buen nivel si se los compara con otras grandes economías.
Paralelamente, los responsables de diseñar la política económica del país no buscan una gran devaluación del renminbi a corto o largo plazo. A corto plazo perjudicaría incluso la estructura de pasivos de las empresas nacionales que tienen deudas en dólares y que pudieron obtener préstamos en dicha moneda a una baja tasa de interés. El deterioro de su estructura de pasivos afectaría gravemente la estabilidad de la economía china. Visto a largo plazo, la agitación del mercado financiero podría provocar un estancamiento de la economía, situación que China ha ido evitando desde hace muchos años.
Además, China tiene la capacidad de asegurar una estabilidad general del tipo de cambio del yuan ante la presión de un ataque especulativo, no solo porque el país cuenta con una reserva de 4 billones de dólares, sino porque la gran magnitud de sus activos económicos y financieros basta para afrontar el riesgo de fugas de capital especulativo. Los gobiernos y bancos centrales de otras grandes economías buscan emprender también un trabajo coordinado con China.
La inquietud que el mercado chino ha originado en el mundo hace más patente la gran importancia y estabilidad que ha alcanzado China en el sistema económico global, lo que ha contribuido a menguar la salida de capitales hacia el dólar y a asegurar su recirculación en el país. Si antes muchos no se habían percatado de la importancia de la economía china, hoy la mayoría de los actores del mercado lo han comprendido gracias a esta turbulencia.
*Mei Xinyu es investigador del Instituto de Cooperación Económica y Comercio Exterior del Ministerio de Comercio de China.