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2013-October-31 17:00

Conocer Xi’an de la mano de la amante favorita

Por RAFAEL VALDEZ

HAY mujeres que marcan la historia de un país para bien y para mal. Mujeres que enloquecen con solo mirar a los ojos y son capaces de hacer sentir sus latidos aún cuando dejan un lugar, tal como la estela de un cometa. Mujeres que sobreviven a los años y se alojan en la memoria de países enteros.

 

 
Cerca de la muralla de Xi’an se levantan construcciones modernas.
 

En México, por ejemplo, Malinche fue una indígena que jugó un rol clave durante la conquista al servirle como intérprete, consejera, intermediaria y amante al español Hernán Cortés. La Malinche posiblemente realizó tareas de lo que hoy llamaríamos “inteligencia” y “diplomacia” y facilitó la victoria española, razón por la cual su nombre es hoy un sinónimo de traición en el país azteca.

En China, también hubo una mujer que marcó un periodo histórico por su romance con una autoridad. Yang Yuhuan, conocida también como Yang Guifei, primero fue concubina del príncipe Li Mao y luego del padre de este, el emperador Xuanzong, que casi le doblaba la edad. Este último, a quien se considera su gran amor, le confirió el estatus de concubina imperial del más alto nivel -casi en igualdad de condiciones que la emperatriz-. En otras palabras, era su amante preferida y como tal tenía privilegios.

Dicen que para conocer China hay que ir a Xi’an y yo creo que para conocer Xi’an tienen que presentarnos a Yang Guifei.

Esta ciudad es mundialmente famosa por los Guerreros de Terracota, ese ejército subterráneo que el emperador Qin Shihuang mandó a construir para que lo protegiera en el más allá. Pero, Xi’an además tiene otros encantos propios de haber sido la capital de varias dinastías imperiales.

Sin duda, la muralla, ubicada en el centro de la ciudad, es uno de los primeros lugares que hay que visitar. Fue originalmente concebida para proteger a la ciudad de los posibles ataques de tribus bárbaras. Esta muralla es una imponente pared de 12 metros de alto, muy bien conservada, que cada 120 metros cuenta con una torre de observación que servía para ayudar a los soldados a vigilar que nadie se atreviese a escalarla. Desde el aire, parece un gran rectángulo de 13,74 km que pueden ser recorridos en bicicleta. En ese paseo, usted podrá notar la mezcla de tradición y modernidad que hay en cada rincón de esta ciudad.

Precisamente, una de las nuevas caras de Xi’an está a unos 20 km al este, en el Palacio Huaqing. Este lugar es conocido por las fuentes termales donde los emperadores solían bañarse, y actualmente está dentro de la nueva área turística de Lintong. Está compuesta de una montaña, tres lagos y algunas áreas funcionales. Los colores en este lugar son tan intensos que en verano parece un cuadro pintado al óleo. En el fondo está el verde de la montaña Lishan y sus bosques. En la base, el reflejo de los lagos Fenghuang, Zhiyang y Zixia. Y en el centro, una plazoleta con la imponente figura del emperador y su amada, así como la fuente termal de Huaqing, una zona turística, una empresarial y una residencial.

En 2011, se comenzó a construir esta nueva zona y en septiembre del año pasado se abrió al público. El ingreso a la plazoleta es gratuito. “La influencia social que esta área pueda ejercer en la ciudadanía es más importante que el ingreso económico”, dijo Liu Liping, directivo de la zona turística.

Hasta hace un año atrás en esa misma plazoleta había un parqueadero y terrenos vacíos. Hoy es el punto donde se encuentran las enormes estatuas de Yang Guifei y el emperador Xuanzong, pero además es el lugar donde miles de familias y amigos se reúnen para un sano esparcimiento.

La mimada de China

La primera sorpresa que me dio Xi’an es presentarme a Yang Guifei cuando solo tenía la expectativa de conocer la muralla que está en el centro de la ciudad y, por supuesto, los célebres Guerreros de Terracota. Creo que muchos portales turísticos son injustos al omitir la historia de Yang Guifei y priorizar las obras de cemento. Su historia dice mucho sobre la China milenaria y es un gancho para atraer la atención de los occidentales en la dinastía Tang, que es considerada una de las más prósperas de la antigüedad.

Si estuviera viva, la historia de amor de Yang Guifei y sus excentricidades serían tan populares como las de Elizabeth Taylor y la princesa Diana.

La amante favorita, considerada una de las cuatro mujeres chinas más bellas de la antigüedad, medía solo 1,60 m y pesaba 69 kilos. Si hoy caminara por las calles sería considerada una mujer gorda, esto demuestra cuánto han cambiado los cánones de belleza. Yang Guifei tenía más de 700 modistos a su servicio y como su fruta favorita –el lichi– no se conseguía en los alrededores, se la traía desde la costa sur de China.

Dicen que el amor ciega y, al parecer, es eso lo que le ocurrió al emperador porque descuidó sus funciones como autoridad y tomó decisiones que le valieron el rechazo popular. Como en la típica historia que mezcla poder y placer, los familiares de su amante también salieron beneficiados.

Sus tres hermanas fueron nombradas Damas de Estado y su hermano mayor, Yang Guozhong, se convirtió en el primer ministro del país. Pronto se desató una profunda crisis social, al punto de que las tropas se rebelaron y le exigieron al emperador que se deshiciera de la mujer que lo había desquiciado de amor. Entonces, el gobernante –dicen unos– le ordenó a Yang Guifei que se suicidara. Otros sostienen que todo fue una pantomima y que ella escapó a Japón. Cierto o no, lo indiscutible es que su desaparición dejó al emperador sumido en una profunda tristeza.

 
Estatua del emperador Xuanzong y su amada concubina.

Un show único

La canción de la tristeza eterna (The song of everlasting sorrow) es el nombre del show artístico que relata la historia de amor entre el emperador y su concubina en el mismo lugar donde sucedió, que ahora está dentro de la nueva área turística de Lintong. Se compone de un prólogo y nueve actos divididos en cuatro partes: enamoramiento, la pareja inseparable, despedida de la amada y reencuentro en el paraíso.

Trescientos actores y bailarines reviven esa trágica historia de amor al aire libre, con la montaña Lishan como testigo. Un sinnúmero de efectos especiales hacen que el espectador –literalmente– sienta el fuego de ese amor. Y esta no es una metáfora.

Hay varias escenas del show que se quedaron grabadas en mi mente, como cuando Yang Guifei vuela sobre el lago, o cuando de repente se apagaron todas las luces y súbitamente aparecieron estrellas brillantes sobre la montaña Lishan. Otro momento intenso fue cuando inmensas llamaradas se acercaron al público durante la escena de la sublevación de las tropas, y también cuando las fuentes de agua bailaban al ritmo de las caderas de la diva china.

Todo eso ocurre en este espectáculo donde usted, de seguro, tratará de no cerrar los ojos para no perderse ni un instante. Y créame que no exagero. No en vano es el primer show chino en utilizar equipos de elevación de agua, un simulador de fuego tal como el que se usa en Las Vegas, EE. UU., un video proyector suizo de alto brillo, un sistema italiano de difusión de fragancia y la más grande pantalla Led plegable en Asia.

Todo esto para contarnos la historia de Yang Guifei. Recorrer Xi’an siguiendo sus pasos fue la más seductora clase de historia que he recibido en mi vida. Bien decía Joaquín Sabina: “Hay mujeres veneno, mujeres imán, hay mujeres consuelo, mujeres puñal, hay mujeres de fuego, hay mujeres de hielo, mujeres fatal”.

 
Turistas recorren en bicicleta la muralla de Xi’an. Fotos de Rafael Valdez

 

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