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Los paraguas de seda de Hangzhou

Source:China Hoy Author:Chen Qiuying
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En la antigüedad había un maestro carpintero llamado Lu Ban, quien había oído que el Lago Oeste, en la ciudad de Hangzhou, era famoso por su hermoso paisaje. Así que él y su hermana fueron a visitarlo.

 

Caminando por el dique Su y mirando hacia la otra orilla del lago, podía verse un hermoso panorama de sauces verdes y melocotoneros rosados en plena floración. Lu Ban y su hermana pasaban un buen rato admirando el paisaje y conversando alegremente.

 

De repente, aparecieron algunas nubes oscuras y comenzó a llover. Lu Ban y su hermana no pudieron encontrar un refugio, por lo que se quedaron debajo de un árbol. Pronto terminaron totalmente mojados.

 

Ambos volvieron decepcionados a la posada. ¿Cómo ayudar a quienes visitan el Lago Oeste a refugiarse de la lluvia? A la inteligente hermana se le ocurrió una idea: “Hermano, hagamos una competencia y veamos quién puede encontrar una manera de ayudar a la gente a seguir visitando el Lago Oeste aun cuando llueve. ¿Qué te parece?”. Lu Ban no quería mostrarse débil ante su hermana, por lo que rápidamente asintió con la cabeza y dijo: “¡Claro, competiremos! ¿Cuales son las reglas?”.

 

Ella le dijo: “Hermano, desde este momento cada uno comenzará a fabricar algo que sirva de protección ante la lluvia. Tendremos que terminar todo en la madrugada, a la hora del primer canto del gallo. Vamos a competir así, ¿qué te parece?”.

 

“¡Bien! ¡Bien!”, aceptó Lu Ban. El acuerdo estaba tomado.

 

La luna salió e iluminó el patio con su resplandor.

 

Lu Ban encontró algunos pedazos de madera y, cuando regresó a la posada, los cepilló hasta que estuvieron muy lisos. Luego talló en ellos patrones de flores y pájaros. Los pintó de color rojo e hizo cuatro columnas.

 

Lu Ban fue a la orilla del Lago Oeste y erigió allá las columnas. Luego añadió un techo con cuatro cornisas y las adornó con cuatro campanillas de latón tintineantes. Y allí estaba hecho. ¡Un hermoso pabellón cuadrangular!

 

Mientras admiraba el pabellón y orgulloso de su trabajo, Lu Ban pensó: “Este pabellón podrá proteger a las personas tanto del sol como de la lluvia. ¡Qué hermoso! Mi hermana perderá seguramente la competencia”.

 

Al volver a la posada, Lu Ban vio que la luz de la habitación de su hermana estaba aún encendida, pero no se escuchaba ningún ruido. Pensó murmurando: “Hermana, estoy seguro de que ni siquiera has comenzado porque eres perezosa. Aprovecharé esto para construir más pabellones. ¡A ver cómo me vencerás mañana!”.

 

La luna se elevó más alto.

 

Lu Ban volvió a la orilla del lago y erigió otros seis pilares rojos. Agregó un techo con seis cornisas y les colgó seis campanillas de latón tintineantes. Y allí estaba hecho un hermoso pabellón hexagonal.

 

Después de construir el segundo pabellón, Lu Ban regresó nuevamente a la posada para observar a su hermana. Pero todo seguía tranquilo.

 

Una vez más volvió a la orilla del lago y erigió ocho pilares rojos. Añadió un techo con ocho cornisas y les puso ocho campanillas de latón tintineantes para formar un pabellón octogonal.

 

En solo una noche, Lu Ban construyó nueve pabellones de diferentes estilos en la orilla del Lago Oeste.

 

Los nueve pabellones, colocados en medio de árboles y a la orilla del lago, le daban un bello paisaje más al ya hermoso Lago Oeste.

 

Cuando Lu Ban construía el décimo pabellón, escuchó el canto del gallo.

 

¡Oh! Pero no fue así. Su hermana se había puesto detrás de Lu Ban y había imitado el canto del gallo. ¡Qué chica tan traviesa!

 

“Hermano, mírate. ¡Estás sudando tanto! Deja de trabajar y descansa”, le dijo sonriendo.

 

Lu Ban pensaba construir el décimo pabellón con nueve cornisas. Pero justo cuando había terminado tres cornisas, escuchó el canto del gallo. No tuvo más remedio que interrumpir la obra.

 

Este peculiar pabellón triangular sigue hoy de pie en el Puente Jiuqu.
Lu Ban le fue mostrando a su hermana cada uno de los diez pabellones que había construido. ¡Qué bonitos se veían bajo las nubes rosadas del alba! Entonces, Lu Ban preguntó: “Hermana, ¿dónde está lo que has hecho?”.

 

Con mucha confianza, ella le dijo: “Hermano, espera un momento”. Se dio la vuelta y corrió hacia la posada.

 

Volvió pronto con algo en las manos. Se parecía un poco al techo del pabellón de Lu Ban. Tenía muchas cornisas con los extremos levantados hacia arriba y decoradas con dibujos de peonías.

 

Lu Ban lo examinó de cerca. Esto estaba compuesto por un poste de bambú y un dosel de seda coloreado. Le había instalado también una clavija con la que podía abrirse y cerrarse. Era tan ligero y fácil sostenerlo bajo la lluvia. Lu Ban felicitó a su hermana: “¡Qué inteligente y hábil eres!”.

 

Ella le dijo: “Hermano, tú eres más hábil con las manos. Mi trabajo equivale solo a la mitad de un pabellón, mucho menos de los que tú has construido”.

 

Como el “medio pabellón” inventado por la hermana de Lu Ban podía abrirse y servir de refugio contra la lluvia, se le llamó “Yu San” (“lluvia” y “abrir” en chino). Poco a poco la gente fue aprendiendo a construirlo y pasó a llamarlo “paraguas”. He ahí el origen de los paraguas de seda de Hangzhou.

 

Hoy en día, los paraguas de seda de Hangzhou son una de las artesanías más valoradas.

 

*Este cuento pertenece a la serie Libros Ilustrados de Historias Chinas, dirigida a los niños hispanohablantes. Los interesados en adquirirla pueden comunicarse con la editorial Blossom Press (Tel.: 0086-10-68996050, 68996618. Fax.: 0086-10-88415258. E-mail: minmin9305@163.com).

 

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Editor: Wu Wen Da-->

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