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Las artes marciales como sendero de vida

Source:China Hoy Author:MAGDALENA ROJAS
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Jorge Cortez sujeta la bandera nacional de China junto a su amigo y entrenador en Beijing.

 

Foto cortesía del entrevistado

 

Una de las primeras cosas que me llamó la atención fueron los tatuajes en sus brazos, aquella tinta grabada sobre la piel, que más que meros diseños, cuenta parte de su historia de vida; entre ellos, una calavera, representativa del Día de los Muertos en México y de su herencia cultural, y el símbolo del yin y el yang que revela la importancia del equilibro y la filosofía de vida de este joven mexicano de 31 años.

 

Casi tres décadas de artes marciales

 

Jorge Cortez Vásquez tiene doble nacionalidad –mexicana y estadounidense– y pese a haber vivido en ambos países, señala que sus raíces y corazón están en México, sobre todo, en Matamoros, donde aún vive su familia. Se podría decir que llegó a China por esas casualidades de la vida. No tenía un plan concreto, pero revela que “quería ver lo que era la cultura china desde pequeño”. Con apenas cuatro años, su padre lo inscribió en una academia de artes marciales y, desde entonces, su vida ha girado en torno a esta disciplina. “Nací con Bruce Lee. Para mí, él fue y es todavía el más grande dentro de las artes marciales”, confiesa.

 

La oportunidad de venir a China se materializó finalmente en 2016, gracias a un campeonato en el que había participado el año anterior. Cuenta que en 2015 fue a Yakarta, Indonesia, con la selección estadounidense a participar en un torneo mundial. Admite que el competidor iraní –el número uno en ese entonces y con el que le tocó enfrentarse– le “dio una paliza”, pero aun así, el entrenador de la selección china –quien también se encontraba en el certamen– vio algo en él. “Me dijo que quería que viniera a entrenar con la selección acá, que había visto aptitudes y sentía que yo podía perfeccionar esas habilidades”, relata Jorge Cortez respecto a ese encuentro fortuito.

 

El kung-fu se divide en dos ramas: taolu, que consiste en una serie de movimientos, acrobacias y técnicas de las artes marciales en base a los cuales los competidores son evaluados, y sanda, la modalidad de pelea en la cual se enfrenta un oponente contra otro. Para Cortez, el kung-fu va muchísimo más allá de las patadas y golpes que le puede propinar a su oponente, y es algo que le apasiona por completo. “No solamente es pelear, porque pelear se le puede enseñar a cualquier persona”, cuenta. “Las artes marciales te enseñan respeto, modales y muchas cosas que te hacen ser una mejor persona, ciudadano y, en mi caso, un mejor hombre”, agrega.

 

Si bien en México y Estados Unidos ya seguía una estricta rutina de entrenamiento diario, al venir a China, esta se intensificó incluso más, lo cual le permitió mejorar su técnica exponencialmente. Cuenta que antes de venir entrenaba dos horas, y una vez aquí llegó a entrenar de ocho a diez horas cada día. “Me hice mucho más rápido, se puede decir que más pulcro dentro de mis golpes, más limpio y más certero”, señala mientras lo escucho con atención. El país azteca tiene una larga tradición en el boxeo, por lo que el enfoque estaba puesto en los golpes con las manos, pero en China, le enseñaron “a utilizar mejor sus pies”.

 

El mexicano ha dedicado 27 años de su vida a las artes marciales, gracias a los cuales ha conseguido importantes logros. Ha sido campeón nacional tanto en México como en Estados Unidos, y en uno de los torneos mundiales en los cuales participó, llegó a alcanzar el 12.° puesto a nivel mundial en la categoría de 65 kilos. Pero detrás de todos estos reconocimientos, también ha habido sudor y lágrimas, años de arduo entrenamiento, dietas alimenticias, madrugar, y en muchas ocasiones, estar lejos de su familia, que es lo que más le pesa.

 

Una familia lejos de casa

 

Jorge Cortez siente que el apoyo de su familia ha sido invaluable a lo largo de toda su trayectoria. “Ellos representan mucho para mí dentro de lo que he logrado, ellos han sido la base y mi sustento”, señala con emoción. Lo han acompañado desde pequeño a sus campeonatos, y sus triunfos son también los de ellos. Pese a que son más de 12.000 kilómetros los que separan China de México, gracias a las nuevas tecnologías y las videollamadas mantiene contacto con sus padres y hermana regularmente. Me relata que hace unos días, mientras conversaba con su madre, esta le decía que en su juventud poder mirarse cara a cara habría sido algo impensado. Y hoy, sin embargo, es “algo muy bonito” que está al alcance de unas teclas en el teléfono celular.

 

Aparte de su faceta como luchador de artes marciales, Cortez también dedica gran parte de su tiempo al fútbol. “Somos latinos y algo que nos caracteriza es el fútbol. Buenos o malos, pero ahí estamos”, dice entre risas. Su amor por la pelota también fue lo que le permitió conocer a sus compañeros de juego que forman parte de Añejo, que más que un equipo, Jorge Cortez considera “como una familia”. Cuenta que luego de uno de los entrenamientos, ocurrió algo que le colmó el corazón.

 

La casa de uno de los jugadores se quemó por completo a raíz de un incendio. “La esposa estaba dentro con los niños, y ella, por salvarlos a ellos, se quemó. Lo perdieron todo. No tenían documentos, no tenían ropa, nada, salvo lo que estaban llevando puesto”, detalla. Ante esta trágica situación, el equipo se unió y los socorrió en todo, desde dinero para el tratamiento de la esposa, hasta comida y ofrecerse para cuidar a los niños.

 

Desde ese entonces, Jorge Cortez es parte de este equipo que hasta la fecha también ha alcanzado una serie de triunfos nada despreciables. Añejo es parte de una liga donde participan otros 11 equipos de Beijing. Hasta la fecha, han sido campeones dentro de la liga en fútbol 5 y fútbol 8, y en la modalidad de 11 jugadores por lado han alcanzado el segundo puesto. “En México la familia es lo más importante, y dado que no tengo a mi familia de sangre, aquí creamos nuestra propia familia, aquí escogemos a nuestra familia”, concluye.

 

Cortez relata que en los cinco años que lleva viviendo en Beijing, se ha guiado por la máxima que dice: “Donde fueres, haz lo que vieres”. Si bien hubo muchas cosas a las cuales le costó acostumbrarse al principio, desde la comida hasta el idioma, con el paso del tiempo las ha ido asimilando y aprendiendo de ellas. Confiesa que “con la edad uno va creciendo”, pero que al mismo tiempo, al venir a China “se volvió un poco más humilde y sentó cabeza de cierta manera”.

 

Como deportista de alto rendimiento, una de las cosas que le causa mayor admiración respecto a China es ver a los mayores haciendo ejercicio en los parques a primera hora de la mañana, casi de madrugada. “Aquí se ve que las personas de la tercera edad hacen mucha actividad física”, cuenta. “Lo veo no solamente en Beijing, y eso demuestra que la gente goza de una buena salud”, añade.

 

Jorge Cortez espera seguir compitiendo por varios años más, gracias a la fuerza y vitalidad que aún mantiene. El próximo torneo mundial, en el cual desea participar, se celebrará en 2021. Antes, sin embargo, debe defender su título, ya que por país hay plaza para un máximo de cinco mujeres y cinco hombres. A futuro, su sueño es abrir su propia academia de artes marciales en Matamoros, donde espera traspasar parte de sus conocimientos a través de “la enseñanza a las nuevas generaciones”.

 

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Editor: Wu Wen Da-->

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