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En el primer frente de batalla

Source:China Hoy Author:XIAO SONG
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La aparición del coronavirus coincidió con los preparativos para la Fiesta de la Primavera. Como manda la tradición, los chinos debían visitar y reunirse con sus parientes en esas fechas, pero ahora se encuentran “aislados” en casa. Ante la epidemia, los gobiernos provinciales y municipales han puesto en marcha cruciales medidas en materia de sanidad pública. A fin de garantizar la seguridad de la población, han pedido que la gente no salga de sus viviendas, tome medidas de precaución y trabaje en casa. Sin embargo, hay quienes se mantienen firmes en sus puestos de trabajo, arriesgando sus vidas en aras de contribuir en este difícil momento que vive el país.
La aparición del coronavirus coincidió con los preparativos para la Fiesta de la Primavera. Como manda la tradición, los chinos debían visitar y reunirse con sus parientes en esas fechas, pero ahora se encuentran “aislados” en casa.

 

Los ángeles de bata blanca

 

Desde el 29 de diciembre pasado, día en el que el Hospital Jinyintan recibió a los primeros siete pacientes infectados con el coronavirus, su director, Zhang Dingyu, y más de 600 trabajadores médicos han venido haciéndole frente a la epidemia. Jinyintan es el principal hospital especializado en enfermedades contagiosas de Wuhan.

 

En estos días, Zhang Dingyu suele acostarse a las dos de la madrugada y se levanta a las cuatro para recibir numerosas llamadas y tratar emergencias. “Soy un paciente de esclerosis lateral amiotrófica. La atrofia muscular ya ha aparecido en mis piernas, las cuales, con el paso del tiempo, irán perdiendo sensibilidad”, reveló el director Zhang. “Pero tengo que hacer todo lo posible para ganar tiempo y cumplir las tareas importantes. Tengo que hacer todo lo posible para salvar a los pacientes del virus”.

 

Al describir este difícil momento, el valiente doctor Zhang lloró, pues, además, su esposa es también médica y se contagió con el coronavirus al tratar a sus pacientes. Ella recibió tratamiento en otro hospital.

 

Zhang Dingyu, sumamente ocupado en tratar a sus pacientes, no pudo ir al otro hospital a ver a su esposa. “Siento remordimientos. Quizá sea un buen médico, pero no he sido un buen marido. Tenía miedo de perderla”. Afortunadamente, tras un adecuado tratamiento, su mujer se curó y fue dada de alta el 29 de enero pasado.

 

Zhang Dingyu y sus colegas no están luchando solos. Los hospitales del país han enviado a Wuhan equipos médicos para apoyarles. Mil trabajadores médicos del Hospital Nanfang de la provincia de Guangdong pusieron sus huellas digitales al solicitar su participación en esta tarea. Entre ellos hay doctores, enfermeros, e incluso personal ya jubilado.

 

Hasta el 24 de febrero, más de 41.600 trabajadores médicos provenientes de 30 provincias y municipalidades, del Ejército, de la Comisión Nacional de Salud Pública, de la Administración Nacional de Medicina Tradicional China, de la Academia China de Ciencias Médicas Chinas, entre otras instituciones, llegaron a Wuhan a ofrecer su gran apoyo contra la epidemia.

 

Hospitales en solo unos días

 

Ante el brote del coronavirus y el contagio de más personas, las condiciones de tratamiento médico se vieron limitadas. Muchos pacientes sospechosos de tener el virus no pudieron ser admitidos en los hospitales y debieron quedarse en casa, lo cual generaba un gran riesgo. Por eso, el gobierno de Wuhan dispuso la construcción de los hospitales Huoshenshan y Leishenshan, a fin de recibir un gran número de pacientes infectados con el coronavirus. La construcción de ambos hospitales comenzó el 23 y 25 de enero, respectivamente, y fueron entregados listos para su uso el 2 y 6 de febrero, respectivamente. China levantó dos hospitales con una rapidez prodigiosa.

 

Esta gran empresa se logró gracias al esfuerzo de gente común y corriente que tuvo la gran voluntad de sacrificar su vida. En la víspera del Año Nuevo chino, el lugar de construcción de ambos hospitales presentaba una iluminación vistosa, mientras los obreros seguían trabajando con sus máquinas. Más de cien empresas de construcción, dirigidas por China Construction Third Engineering Bureau Co. Ltd., participaron en esta hazaña.

 

Los esposos Meng Dongbing y Mei Jun son obreros. Ambos habían planeado regresar a su pueblo natal, en la provincia de Shandong, a pasar el Año Nuevo. Sin embargo, después de enterarse el 24 de enero de que se levantaría el hospital Huoshenshan, pidieron el reembolso de sus billetes de viaje y acudieron al lugar de construcción. Meng Dongbing, quien recientemente se sometió a una operación de pulmón, trabajó en el primer frente, mientras que su esposa, Mei Jun, se encargó de organizar la preparación de materiales y la disposición de vehículos. Diariamente andaban ocupados hasta las dos o tres de la madrugada.
27 de enero de 2020. El director del Hospital Jinyintan de Wuhan, Zhang Dingyu, revisa la historia clínica de los pacientes más graves. Ke Hao del Diario de Hubei

 

Zhou Mi, de 25 años, trabaja en China Construction Third Engineering Bureau Co. Ltd. y se encargó de la compra de materiales y otros servicios para la construcción del Hospital Huoshenshan. Nacido en Wuhan, Zhou se sumó a los trabajos después de recibir un aviso el 23 de enero. “Tuvimos que preparar los materiales con una mayor velocidad”, dijo. A fin de adquirir medicamentos, paraguas, termos de agua y una gran variedad de artículos, Zhou Mi recorrió todos los supermercados y tiendas del barrio de Caidian. Su madre trabaja en el departamento especializado en fiebre del Hospital n.° 7 de Wuhan y no regresó a casa en cuatro días. Su padre le acompañaba a hacer las compras conduciendo el coche. La familia de Zhou no se reunió incluso en la víspera del Año Nuevo y solo se saludaron por WeChat.

 

Jiang Guixi, un responsable de la tercera compañía de China Construction Third Engineering Bureau Co. Ltd., no ha pasado el Año Nuevo con su familia en 19 años. Justo había llegado a su pueblo natal para pasar la fiesta, pero fue llamado de regreso a Wuhan. Jiang se encargó de proporcionar las tres comidas al día a más de 4000 obreros, de medir la temperatura a los trabajadores, de disponer los guardias de seguridad y el personal administrativo, entre otras arduas tareas. Sin embargo, como militar retirado, Jiang expresó con firmeza: “He servido en el ejército durante 14 años. Hoy tengo una misión en esta lucha contra la epidemia y debo estar en la primera línea del frente”.

 

En solo diez días un hospital especializado en enfermedades contagiosas se levantó en un lugar aislado; un verdadero milagro creado por trabajadores que enfrentaron incansablemente el frío y el virus.
Muchos trabajadores continúan con sus labores en este difícil período. En la foto, una azafata de un tren de alta velocidad ofrece bebidas y comestibles. Cnsphoto

 

Personal en el tren

 

El brote del coronavirus se dio justamente durante la Fiesta de la Primavera, la mayor temporada de viajes en el país, por lo que la labor del personal en los trenes se volvió altamente peligrosa.

 

“Las personas no salen de casa y así se muestran responsables consigo mismas y con la sociedad. Sin embargo, como miembro del Partido Comunista de China y jefa del personal de este tren, debo dirigir a mis colegas y asumir una responsabilidad”, manifestó Peng Mingjing.

 

Peng Mingjing es la jefa del grupo 31 del tren G27/8 del tramo Fuzhou-Beijing y es madre de dos niñas. Este fue el decimoséptimo año que trabajó en la Fiesta de la Primavera. Cuando se enteró del brote del virus, sus familiares le pidieron que se quedara en casa a cuidar a sus hijas y padres. Sin embargo, Peng no desertó ante la batalla y permaneció firme en su puesto.

 

Sus padres entendieron la decisión, pero esta afectó a las niñas. La hija mayor de Peng, que está en el quinto año de primaria, se preocupó mucho por la salud de su mamá al ver las noticias sobre la epidemia. Un día, al salir de casa para ir a tomar el tren, Peng Mingjing vio a sus dos hijas con camisa de dormir y lágrimas en los ojos ante la puerta, pues no querían que se fuera. En ese momento, Peng no pudo contenerse y lloró. “Era la primera vez que salía de casa con lágrimas”.

 

La labor en el tren era difícil. No solo debía proteger a sí misma, sino también a sus colegas y pasajeros. No obstante, siempre mantuvo una sonrisa y le pedía a sus compañeros que se mostraran relajados ante la gente.

 

“Seguir en mi puesto y garantizar el orden y la seguridad de los pasajeros es una responsabilidad que debo asumir como jefa del personal. Estoy segura de que ganaremos esta batalla”, expresó Peng.

 

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Editor: Wu Wen Da-->

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