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Las relaciones económicas y comerciales España-China

Source:China Hoy Author:SERGIO PÉREZ SAIZ*
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Sergio Pérez Saiz, consejero económico y comercial de la Embajada de España en China. Foto cortesía del autor

 

China continúa su trasformación económica avanzando en sus reformas en muy diversos campos. El país sigue creciendo a tasas elevadas para los estándares OCDE, con un 6,9 % en 2017 y unas previsiones en torno al 6 % en 2021. Es este cambio económico hacia una mayor contribución de la demanda interna, con el consumo y el sector servicios como principales motores, y la apuesta por la tecnología y el crecimiento de calidad, lo que configura un patrón de relaciones comerciales y de inversión que poco tiene que ver con el existente en el pasado.

 

En los últimos años, China ha continuado su transición hacia una senda de crecimiento más sostenible, más basada en el consumo y la inversión en el exterior, con un tejido productivo nacional cada vez menos dependiente de las exportaciones, y más basado en el valor añadido y la innovación. Desde el año 2012, el sector servicios tiene un peso superior al de la industria, y desde entonces su peso relativo no ha hecho más que aumentar. Por otro lado, el país mantiene una decidida apuesta por un crecimiento basado en la innovación, y sostenible desde el punto de vista medioambiental, campos en los que se han producido importantes avances. Este proceso de reformas, aunque en algunos casos más lentamente, continúa por regla general progresando y dentro de un amplio espectro de actuación. Todas las previsiones apuntan a que la economía china seguirá creciendo de manera importante en comparación con los parámetros occidentales.

 

La reciente evolución de las relaciones económicas y comerciales entre España y China es el resultado de la transformación de la economía del país asiático en los últimos años, de una economía basada en la industria exportadora a la actual con un peso cada vez mayor de los servicios, a una cada vez mayor importancia de la innovación y un consumo interno de una clase media con cada vez mayor nivel adquisitivo e interesada en productos del exterior. Dentro de este contexto en continua transformación, la evolución de las exportaciones españolas a China ha sido muy positiva en los últimos años, mejorando progresivamente nuestra tasa de cobertura y superando en crecimiento sistemáticamente a otras grandes economías europeas.

 

Aprovechar el cambio de patrón de la economía china

 

En 2017, según datos de las aduanas chinas, España vendió a China por un importe de 7976 millones de dólares, con un incremento del 30,25 % respecto a 2016, cuando en el mismo periodo economías como Estados Unidos, Japón, Corea del Sur o Alemania no llegaron al 15 % de incremento, y Francia e Italia apenas superaron el 20 %. Los datos de las aduanas españolas para 2017 son igualmente muy buenos para España. Con un incremento del 28,3 % en 2017 hasta más de 6200 millones de euros, constituye el mayor crecimiento de nuestras exportaciones desde 2010, y el tercer mayor incremento desde 1995. El crecimiento de las exportaciones españolas fue superior al de líderes europeos como Alemania (más del 13,48 % interanual), Reino Unido (más del 16,32 %), Francia (más del 17,85 %), Italia (más del 22,22 %), Países Bajos (más del 17,11 %) o Bélgica (más del 16,10 %). En general, las exportaciones de la Unión Europea a China crecieron un 16,85 % a lo largo de 2017, España representó una parte importante de este crecimiento, pasando así a consolidar su posición como séptima potencia exportadora a China de la UE y acortando distancias con nuestros principales socios europeos.

 

La reciente evolución de nuestras exportaciones ha venido configurada en buena medida por el impulso de determinados productos que en algunos casos podemos considerar “estrellas”, que han aprovechado el cambio del patrón de crecimiento de la economía china basada en el aumento en el consumo interno, o aprovechado oportunidades concretas que ofrecía el mercado chino puntualmente. Pero especialmente, el hecho subyacente de esta favorable evolución es la competitividad de la economía española respecto de la de países de nuestro entorno. Este es el hecho que permite aumentar o al menos mantener un número muy elevado de partidas de exportación. De esta forma, exportaciones de productos cárnicos, diversos metales, componentes de automóviles y otros equipamientos y productos industriales han liderado el crecimiento, más allá del buen comportamiento del vino y otras bebidas, o del aceite de oliva.

 

Los acuerdos de adhesión de China a la OMC incluyeron numerosas salvaguardas en productos agroalimentarios, cuya apertura a países está siendo muy gradual. El porcino fue hace algunos años uno de los productos que se logró abrir a la exportación, y sin duda representa un caso de estudio sobre cómo el apoyo político e institucional en el comercio puede suponer un significativo impacto en las cifras globales, con números que muestran tasas de crecimiento cercanas al 60 % anual. En 2017 España fue el primer proveedor de carne de cerdo a China, con una cuota de mercado del 19,86 %, por delante de Alemania, Estados Unidos, Canadá y Dinamarca. Hay otros dos productos que se asocian a las exportaciones españolas a China: el vino, del que somos el cuarto proveedor, con una cuota de mercado del 6,94 % en 2017, y el aceite de oliva, con una cuota del 78 %. En ambos, las perspectivas son muy favorables a medida que vayan cambiando las costumbres de consumo de la creciente clase media china.
Una tienda de Zara en la ciudad de Taiyuan, provincia de Shanxi. Cnsphoto

 

 

 
Evolución de la inversión española

 

Sin embargo, hay otro capítulo al que no suele prestarse primariamente tanta atención y que conviene destacar: las exportaciones de componentes de automóviles, en el que España fue el año pasado el proveedor número 12, con una todavía cuota de mercado del 1,24 %, pero que ha contribuido extraordinariamente al crecimiento de las exportaciones y de la inversión directa en China. Por último, es importante recordar que cerca de 2/3 de toda la exportación española a China está compuesta de productos industriales y tecnología, entre los que destacan los equipos y componentes electrónicos e informáticos. Aquí encontramos todo tipo de partidas tales como partes de automóvil, máquina de herramienta, equipamiento eléctrico, farmacéutica, o productos de fundición y siderúrgicos. El análisis de contribuciones al crecimiento descrito muestra cómo la mayoría de las partidas de este tipo crecen o se mantienen, reflejando el buen momento de la industria española con China desde hace años.

 

En cuanto a las importaciones españolas procedentes de China, estas vienen muy condicionadas por la deslocalización a China de productos hoy en día esenciales como son teléfonos móviles, ordenadores, prendas de vestir y otros complementos, y un innumerable número de productos que se siguen fabricando hoy en día en China. En los últimos años China ha exportado a España, según cifras de aduanas españolas, en torno a los 20.000 millones de euros anuales, con una fuerte oscilación anual, entre los 14.457 millones de euros de 2009 en línea con la gran caída del comercio a nivel mundial que supuso la crisis financiera y económica, hasta los 23.840 millones de euros de 2016 y los 25.661 millones de euros en 2017.

 

Por último, también llama la atención el número de exportadores a China, pese a las relativamente todavía modestas cifras. Son cerca de 15.000, superior a los que exportan a países tan importantes como Alemania, México, Italia o Reino Unido. En cuanto a la inversión española, esta ha ido evolucionando en los últimos años al ritmo del proceso de apertura de la economía china y de cómo han ido variando las necesidades tecnológicas y de servicios de China con respecto del resto del mundo. Las cifras computadas a través del Registro de Inversión en el Exterior arrojan un stock de inversiones españolas de 2769 millones de euros en 2015. Sin embargo, dado que el referido registro no computa la reinversión de beneficios, estas cifras no reflejan la estricta realidad ni tampoco el éxito de determinadas compañías españolas, como es el caso de INDITEX, con varios cientos de tiendas en el país y uno de los grandes casos de éxito en la implantación española en China. O también el sector de piezas de automóvil, con un importante número de fábricas (al que se unen las cifras de exportación señaladas), o determinados sectores industriales.

 

No obstante, la asignatura pendiente para la inversión española en China es la penetración en el sector servicios, donde nuestros bancos, concesionarias, eléctricas o empresas de seguros no han podido acceder a las inmensas oportunidades que ofrece el mercado chino, a la espera de la reforma del marco regulador en el que el Gobierno chino está inmerso, y que permitirá a los ciudadanos chinos disfrutar de unos servicios de primer nivel como los actualmente implantados en España y, por empresas españolas, en otros países de Europa y América.

 

 
 
*Sergio Pérez Saiz es consejero económico y comercial de la Embajada de España en Beijing.

 

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Editor: Wu Wen Da-->

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