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China en el diálogo de civilizaciones

Source:China Hoy Author:AUGUSTO SOTO
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La Conferencia sobre el Diálogo de las Civilizaciones Asiáticas, celebrada en Beijing en la segunda mitad de mayo, ha sido un hito diplomático. Inaugurada por el presidente Xi Jinping el 15 de mayo, contó con la asistencia de más de dos mil funcionarios y representantes de cerca de 100 países participantes en seis foros paralelos y exhibiciones culturales diversas, incluido un carnaval.

La cita, planificada con la debida antelación, resultó una respuesta pertinente a las constantes amenazas lanzadas contra países orientales y occidentales desde los escandalosos tuits trumpistas. Y fue una respuesta en toda regla ante la intervención de la directora de planificación de políticas del Departamento de Estado norteamericano, Kiron Skinner. A fines de abril, la funcionaria había expresado algunas ideas que preludian una doctrina contra las civilizaciones no caucásicas, muy particularmente contra China. Tal declaración no tiene precedentes, aunque es fácil ver que se apoya en las publicaciones del antiguo profesor de la Universidad de Harvard, Samuel Huntington. Este, tras el fin de la Guerra Fría y durante años se dedicó a identificar amenazas. Algunas las creyó ver en Asia, y luego en el mundo de habla hispana. Como es bien sabido, varias de esas líneas de pensamiento se plasmaron en su generalizador libro El choque de civilizaciones.

De manera que con la Conferencia sobre el Diálogo de las Civilizaciones Asiáticas de mayo Beijing ha recordado que, primero, la civilización humana trasciende el enfrentamiento de todos contra todos, y segundo, que en los países asiáticos, donde se concentran varios de los principales focos de civilización del mundo y donde vive la mayor cantidad de población, se puede reflexionar provechosamente. Xi hizo cuatro propuestas muy concretas: “Tratarse los unos a los otros con respeto mutuo e igualdad; crear una tierra fértil para el desarrollo de todas las culturas; mantener una mente abierta hacia culturas extranjeras; innovar para adaptarse al paso de los tiempos”.

China como cuna de Extremo Oriente y referente de Asia

Bien dijo Xi que la cultura china es un elemento fundamental de unas civilizaciones asiáticas que se han venido desarrollando bajo los principios de una tradición hereditaria e innovadora. Esto se resume en la gran influencia que ha tenido China en el continente, particularmente entre los países del Asia Oriental. Y desde el calendario lunar, pasando por la jerarquía confuciana (además de los autores clásicos, tanto confucianos como taoístas), los rituales sociales, el arte y la arquitectura. Y por supuesto abarcando el idioma escrito (cuya versión clásica todavía hoy es considerada como propia por los países del Asia Oriental y desde el cual han evolucionado sus idiomas).

Cuando durante las primeras tres décadas del siglo XV China se proyectó hacia alta mar a través del estrecho de Málaca, llegando al océano Índico y alcanzando tanto la costa este de África como la península Arábiga, se planteó un descubrimiento de los mundos vecinos que le eran ignotos, no una hegemonía. En sus múltiples expediciones, el explorador Zheng He no buscó imponer la civilización china a otros, sino que la situó en una inmejorable situación de diálogo ante otras civilizaciones asiáticas y de Oriente Medio. Esta actitud resalta mucho si tenemos en cuenta que en esas misiones Zheng comandaba unas flotas poderosísimas (tanto en tonelaje como en tripulación armada) sin parangón en el mundo. Si esas misiones se hubiesen continuado con otra perspectiva, cabe especular que hoy gran parte del mundo pertenecería a la civilización china. Esta moderación y respeto hacia otras civilizaciones ha continuado en el tiempo y llega hasta la actual era de los Estados-nación.

¿Y la civilización occidental?

Difícilmente la Europa ilustrada se plegará a esta visión maniquea y distorsionada de la actual administración norteamericana (ni siquiera entendida como superficial desplante de marketing). Así como tampoco el resto de la civilización occidental (incluida una parte importante de los mismos EE. UU., y por cierto, América Latina). Después de todo en ambas Américas el aporte desarrollado por descendientes de chinos y de otros pueblos asiáticos ha sido y es fundamental, además de reconocido. De manera que también allí el discurso de la directora de planificación de políticas del Departamento de Estado norteamericano, Kiron Skinner, se presenta como inaceptable y descontextualizado.

La civilización occidental, así como las civilizaciones asiáticas, han experimentado en carne propia las tremendas devastaciones de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Ha ocurrido precisamente cuando seres humanos han valorado a otros seres humanos en términos raciales. De manera que el escándalo es global cuando surgen argumentos de este tipo para justificar unos desencuentros puntuales entre países por asuntos políticos o comerciales. Solo la paciencia, la negociación (y su lenguaje inherente y templado), el arbitraje, los grandes esquemas de consenso, aunque sean imperfectos, pueden contribuir eficazmente. Para eso están las Naciones Unidas o la Organización Mundial del Comercio, o la Unesco, como marcos principales. Además, hay una serie de foros, unos existentes y otros de nueva creación, para contribuir al entendimiento mutuo. Uno de los ejemplos más recientes es el Foro de Think Tanks de la Ruta de la Seda, inaugurado en Beijing en abril pasado, y que precisamente incluye el aspecto cultural que representa el intercambio entre civilizaciones asiáticas y con todo el mundo.

Civilizaciones y comercio

A propósito del contacto entre civilizaciones, conviene recalcar la importancia del comercio. Civilización y comercio han ido históricamente unidos. Allí están los ejemplos del comercio intra-asiático que permitió que los países del entorno comerciaran con China y viceversa, y lograran alcanzar una gran comunidad cultural que hoy es varias veces milenaria. Y más allá, allí está la histórica Ruta de la Seda a través de Eurasia, que conectó comercialmente a la ciudad china de Xian con Roma, y que contribuyó a que a todo su largo y ancho se transmitiese el pensamiento y las artes, además del saber manufacturero de la época.

Por ello conviene recordar que el más reciente anuncio de Google de cortar su colaboración con Huawei (que se suma a las declaraciones de abril del Departamento de Estado norteamericano), pone en riesgo el funcionamiento de las cadenas de suministro de la región conocida como Asia Pacífico y por extensión con las cadenas de suministro global.

Precisamente un analista norteamericano como Thomas Friedman enunció clarividentemente hace una década que “dos países que forman parte de una gran cadena de suministro global nunca se enfrentarán en una guerra mientras ambos formen parte de la misma cadena de suministro”. De manera que hoy estamos ante la amenaza de desmontaje de este andamiaje de paz por parte de un trumpismo que añade como argumento de su política exterior conceptos que amenazan la noción compartida de humanidad tal como la conocemos.

Es evidente que con la guerra comercial y tecnológica pergeñada por los asesores extremistas de la administración Trump se quiere ralentizar el desarrollo de China, del conjunto de Asia, y de otras regiones. Pero es posible que ante esta amenaza lo único que logren sea activar más la innovación y el ingenio tecnológico. En verdad la innovación siempre ha sido uno de los factores principales y cíclicos de la civilización china que influye a una parte importante de las civilizaciones asiáticas.

*Augusto Soto es director de Dialogue with China Project.

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Editor: Wu Wen Da-->

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